Agarrate, Catalina!

La experiencia de enfrentar a todo un equipo (equipo de aquellos que se ponen la misma camiseta para jugar a un deporte) puede generar muy variadas observaciones antropológicas. Yo, más humilde, más práctica, y menos antropóloga me voy a limitar a dos comentarios:
1) el atractivo más fuerte de aquellos masculinos tensando pantorrillas y defendiendo la dignidad invicta, se acaba sin remedio apenas suena la corneta, pito o matraca que marca el final del juego.
2) desde la búsqueda de la pasión, es una buena primera enseñanza haber visto que quizás esto se trate de algo más complejo que una pura fuerza física en la lucha por un tanto.

y creo que con esto me retiro, pero vamos muchachas, que si alguna vez tienen la oportunidad de asistir a un partido de handball, tampoco esta para perdérselo.