Les voy a contar una historia. Hace algunos años Paula y yo pasamos unos dÃas en un pueblo de Italia, Raiano, donde vive gran parte de la familia de mi amiga: sus tÃos abuelos, sus tÃos, sus primos…. Y claro… los primos tienen amigos.
El pueblo tiene dos partes, la parte nueva, de casas bajas y una extensión de 10 cuadras mas o menos que se funde en la plaza central con la parte vieja, de casas bajas y una extensión de 6 cuadras aproximandamente.
Encantador. Hay una iglesia, una fuente, una tabaquerÃa, dos bares, uno más familiar donde tomar el aperitivo antes de la cena, y un bar para los que gustan de deambular por la calle más allá de las 19 y donde tomar una grapa después de la cena.
Pero la verdadera vida nocturna no está en los bares, ni en las calles. Está con los amigos de los primos. Viajan en auto 20 Km hasta el pueblo más cercano para meterse en alguno de sus… 3 bares, o bien organizan reuniones en casas, donde cocinan, chismosean en italiano, fuman, escuchan música y se van encerrando poco a poco en las habitaciones de las casas, juntados, sin escándalo, casi disimuladamente.
Si, claro que pude ir a una de esas fiestas. Que raras las extranjeras en ese pais, en ese pueblo, en esa casa! Si hubieramos querido ser más exóticas, no hubieramos podido. Una cosa es ser turista y sacarle una foto a la fontana.. pero meterse en esa casa.. y comentar en castellano esas charlas cotidianas de amigos en dialécto, y revolver casi como aventura la olla de polenta y de chorizos con salsa de tomate que estaban preparando cómo gran banquete???!!!. Ellos se sientieron más extraños que nosotras, supongo, aunque hicieron todo el esfuerzo por bienvenirnos.
Lo bueno del exotismo en carne propia y ajena es que inevitablemente cede. Y tres copas de vino después ya no era tan loco ver al presidente del fan clú de Marilyn Manson en Italia vestido completamente de negro y con los ojos hiper delineados comerse un pedazo de salchicha y explicarme amenamente, en italiano, claro, porqué se habÃa cambiado su verdadero nombre, Luigi, por el de Shirley Dammer.
Cuando me di cuenta, mi amiga comÃa polenta a upa de un primo (ya sabemos no? Cuanto más primo más te la arrimo). Y yo de repente, ante las fauces de Shirley. No, no viene por ahà el cuento. Shirley me hizo un autoretrato precioso que aún hoy tengo, pero mi pesca fue otra.
DÃas antes habÃamos ido a un recital de una banda de heavy metal, donde tocaba Davide (un amigo del primo) junto con varios otros chicos. La música tremenda.. a los tacos… no serÃa rara la imagen de muchas personas vestidas de negro y cadenas y revoleando sus melenas hacia delante enloquecidos, si no fuera porque después te miraban con una sonrisa y te preguntaban con ese tono tan especial – : Ti piace bella ragazza?.
En fin, entre esos amigos, ahhhh, un italiano de 1 metro 86, la cabeza llena de rulos (como Calamaro ahora) y anteojos rectangulares de marco negro… Por dios que Italiano hermoso. Caminaba lento, era amigo, pero no encajaba, porque no gustaba de esa música, hablaba despacio, casi en secreto, hasta se movÃa de manera melancólica. Y miraba más de lo que decÃa. Y a veces, en vez de forzar mil palabras en italiano español portugues o inglés, solamente estiraba la mano y te ofrecÃa un trago de su cerveza.
Esa noche, después del recital, y volviendo a casa, me acompañó a comprar una pizza (tenÃa hambre, si, cuando no). Fueron los únicos 20 minutos de nuestras vida que pasamos solos. Nos alejamos una cuadra, me llevó hasta el negocio, me presentó como “su prima argentinaâ€� ante las miradas entrometidas del comerciante de pueblo y me devolvió una mirada cómplice. Esperamos la pizza afuera. Me contó que escribÃa, que siempre que estaba triste escribÃa, que fumaba porque estaba triste, que su poeta preferido hablaba español, era Neruda, y el de decÃa “mio amico Pabloâ€�. Y no dijimos nada más, quizás me hizo algún chiste. Pero lo demás fue silencio y mirarse un poco, un poco adelante, y a los ojos otro poco más.
Me enamoré, claro, cómo no. Me enamoré de Andrea.
Me enamoré- Lo supe en ese momento y no me preocupé por refutarme.
Fueron los únicos 20 minutos que pasamos a solas, digo, porque luego, en la reunión en la casa, nosotras llegamos primero, y él llegó tarde. Luego comimos, yo hablaba con Shirley y con Davide, que me contaba de su banda, y Andrea me saludó de lejos, me observó otro poco, y después, se escabulló en alguna pieza, acompañado, y no lo volvà a ver hasta la mañana siguiente.
Esa noche Davide me preguntó por toda mi vida, cuando me dio un ataque de angustia me llevó a comprar un helado, luego me dijo que era hermosa, que era especial. Y me acompañó a casa cuando la reunión terminó.
Con Davide aún hoy me sigo hablando. Nos mandamos mensajes, me cuenta sobre su banda. Hasta le he contado sinceramente en quién pensaba esa noche en la que no le di ni un beso. Me sigue diciendo “figa� (chica sexy) y yo le prometo siempre que lo voy a ir a ver a darle el beso que le negué.
De Andrea nunca supe más nada. Apareció recién online. Lo saludé. Apenas se acordaba de mi nombre, y me dijo que no se acordaba de mi cara (esperaban otra cosa?) pero si se acordaba que yo era su “única prima argentinaâ€�, y volvimos a hablar de “su amigo Pabloâ€� y me prometió que esta noche, escribe algo y me lo envÃa. Y yo tan contenta.
Asà de puto es el amor.