Agarrate, Catalina!
Namber Nain
Namber Nain
Namber Nain...
domingo, 10 de abril de 2005
MalÃsimo tiene sus cosas, pero cosas de viejo. Porque no le gusta vivir mal. Eso no quiere decir que siempre haya tenido todos los lujos, no es asÃ. Muchas veces en su vida tuvo que irse a dormir con hambre y otras tantas pedir o arreglarse con sobras.
Pero la edad hace mella en cualquier persona, la edad y algunos años de ser muy bien atendido por Matilde, su mucama cuasi madre. Es por eso que no podÃa estar contento encerrado en una comisarÃa, comiendo el menú policial que se le sirve a todos los detenidos por igual y que casi nunca es un placer comer.
-Usté, viejo –lenguaje policial básico- acá, ¡eh!, acá. Cómase esto.
-¿Qué es esto? ¿Qué me está dando? –MalÃsimo estaba realmente preocupado después de enterarse de lo que habÃa hecho MatÃas, presentando un documento suyo. Estaba preocupado al punto de casi no renegar por nada. Claro que solo necesitaba de una chispa-.
-¿Que te pasa, viejo? ¿Estás medio pelotudo? ¿Anduviste haciendo cosas con el Rubén o fumando lo del Tucu?
“El rubénâ€� era bien conocido en la celda por sus excesivas demostraciones de afecto para con sus compañeros de celda. “El Tucuâ€�, en cambio, no era bien conocido. Nunca se pudo saber mucho de él (Desde tanto tiempo estaba detenido que ya nadie recordaba la causa) porque la mayorÃa de las veces no estaba “de ánimoâ€� como para responder preguntas. Lo que sà era seguro es que recibÃa misteriosos envÃos desde fuera de la comisarÃa.
-No sea irrespetuoso, mono con pistola. Usted no tiene ni idea de quién soy yo. –MalÃsimo encontró su yo rápidamente en cautiverio-
-Mirá, viejo, no te hagas el pija porque acá mando yo. En cuanto te mandes dos mocos al hilo te hago cagar. ¿Entendiste? –La ley a veces suena incuestionable-
La bandeja de comida voló hasta la cara de MalÃsimo. Quedó desparramada sobre él una porción de algo que parecÃa ser guiso y que, por suerte, no estaba caliente.
MalÃsimo estaba enojado y mas que enojado, irritable, preocupado. Se puso a pensar en cuanto tiempo se resolverÃa su liberación, si se resolvÃa.
-Eh, loco...¿Por qué estás adentro? –El Tucu, en un arranque de expresividad-
-A usted qué le importa.
-Pará chabón, no te chivés, te lo pregunto de onda.
-¿Que carajo dice? –MalÃsimo no se acostumbró en seguida a la jerga carcelaria-
-Te digo que no te chivés, que está todo bien, tomate una de estas –El Tucu sacó una pÃldora que parecÃa una aspirina de su media y se la puso en la palma a MalÃsimo-
-¿Qué es esto? ¿Qué me está dando? ¿Droga? –MalÃsimo la tenÃa todavÃa en la mano-
-No, nada que ver, esto te hace bien. Vas a ver que dentro de un rato te sentÃs mejor, asà los canas de mierda no te joden mas...
MalÃsimo no dudo en llevarse la pastilla a la boca cuando el Tucu le mostró una faca con total disimulo. Tampoco dudó en no tragarla, dejándola a un costado de su lengua, hasta que el Tucu mirara hacia la reja y poder escupirla sin el minimo ruido.
MalÃsimo este ya estaba con la espalda sobre la pared, haciéndose el dormido, como disfrutando su viaje, asà pudo pasar el mal rato.
Mientras tanto, MatÃas, desde fuera...
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