III.
Con B fue diferente. Para exorcisar los fantasmas de esa relación tuve que escribir una especie de libro. Malo, pero terapeutico. A traves de sus paginas, que iba hilando en el taller de Cesar, mal dormido, me convertia en un espectador del personaje desventurado, y pensaba que asi me dolÃa menos. Todo era material para escribir. Vagabamos por la noche, tomabamos litros de cerveza, y ella no se decidÃa a dejar a su novio, porque ya se habÃa enamorado antes y no le habÃa ido bien. Asi la cosa. Llantos, peleas, mensajes diurnos, encuentros y desencuentros nocturnos, y mucho material para ese tipo que se escudaba en tomar mucho whisky, y creerse un poco Bukowski, y escribir un libro con buenas dosis de lástima por si mismo. B me dijo una vez que, de tener hijos, me elegirÃa como padre. Despues, un malentendido bastante tonto le sirvió de argumento para sumarme a la lista de gente malvada que se complotaba contra ella, y me dijo que yo era un hijo de puta. Nunca mas me habló. Le gustaban muchos los perros, y la trova, y la sopa de letras.
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