Agarrate, Catalina!

Namber Nain Namber Nain Namber Nain...

jueves, 21 de abril de 2005

 

Chicas (4ta parte) - por el Conde

Con J rompi la ley implicita que dice que no saldras con la ex de un amigo. EN una fiesta en el colegio, le preguntè a P si le molestaba que la invite a salir, y P que es demasiado bueno me dijo que no habìa problema. Asì que ni lerdo ni perezoso, me aparecì con una copa y bla, bla, y le preguntè si querìa ir a "tomar algo" despuès de la fiesta. Me dijo que si. Yo, feliz. Pasada la medianoche, nos fuimos a la estaciòn de servicio de sta fe y aguero a "tomar algo". Yo me tomè una cocacola, y ella pidiò agua, porque las gaseosas le daban gases (detalle que, en lineas generales, no recomendarìa mencionar en una primera cita, aunque los hombres sabemos encontrar encantador cualquier detalle cuando la chica nos gusta). Estuvimos charlando un rato, creo que acerca de lo que estudiarìamos al salir del colegio, entre otras cosas, y despuès me dijo que al otro dìa tenìa un asado en lo de unos amigos, y me invitaba a ir. Considerando que recibir una invitaciòn asi en la primera cita es un augurio inmejorable, le dije que a la mañana siguiente la llamaba para arreglar como ir (quizà pensando los posibles nombres de nuestros futuros hijos). A la mañana siguiente, me encontrè doblado en el piso del baño, sin adivinar si estaba por vomitar o a punto de cagarme. Igual que Roberto Johnson, habìa llegado a la encrucijada de mi vida: si no voy al asado arruino todo. Ella va a pensar que no me interesa, o que me arrepentì, y se va todo al carajo antes de empezar, y ya nunca nunca podrè ser feliz. Pero que pasa si voy y me cago encima? o le tapo el inodoro a su amigo? o tengo que asomar a la ventanilla del colectivo para vomitar? EL dilema parecìa no tener soluciòn, e invocando a todas las fuerzas benèvolas, me arrastrè hasta el living y la llamè. La ayuda divina llegò a tiempo: el asado se suspendìa porque estaba lloviendo. DIos querìa que lo nuestro continuase, y yo feliz, la invitè a salir esa misma tarde a "tomar algo". Las escasas dotes que para ese entonces pudiera yo haber tenido para la conversaciòn, se veìan minadas por una proverbial torpeza que me invadìa en su presencia. Querìa ser impecable. Abrir la boca sòlo para decir cosas divertidas, inteligentes y elegantes. Esto me mantenìa bastante callado. Salimos un par de veces màs, pero nunca pasò nada. Una vez fuimos al cine a ver una malìsima con Sandra Bullock. Mi obsesiòn con ella (con J, no con S. Bullock) me llevò a ponerle su nombre a mi tostadora. Sufrìa porque ella no me daba bola, pero en verdad nunca le habìa dicho siquiera que me gustaba. Durante este tiempo, mi humor variaba abruptamente. A un "buen dia" podia contestar con "andate a la c... de tu madre", y unma vez, al volver del baño en un almuerzo (despuès de cruzàrmela por la calle), recuerdo haberme puesto paranoico con que algùn amigo me habìa tomado un poco de cocacola. Años despuès, el mismisimo P me vino con el rumor de que J "atendìa el otro mostrador". A ciencia cierta, no lo sabemos. Pero quizàs eso explique por què tenìa tantos videos grabados de Paola Krum.

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