Ayer tenÃa que ir a una reunión en el centro, asà que me vestà de virgencita ejecutiva. El auto paró en Pellegrini y Belgrano, y yo aproveché que el semáforo estaba en rojo para bajarme porque habÃa demasiado tránsito y no se iba a poder estacionar y entonces asà toda apurada agarré mi cartera, mi bolsa, me abroché un botón del saco, abrà la puerta mirando hacia abajo a ver si podÃa pisar o la distancia entre el auto y el cordón, que no era demasiada, estaba llena de agua y tenÃa que hacer alguna maniobra para llegar a la vereda y PUUUUUUUUUUUUUMMM, le estampé la puerta a un flaco que venÃa embalado en la bici. La bici quedó tirada, el flaco trastabilló, le quedó el tobillo enganchado entre el pedal y el cordón y cayó en la vereda con el coté derecho. Ah, y la mochila que llevaba se le subió hasta la cabeza.
Jesús y MarÃa SantÃsima el susto que se pegó el flaco y el que me pegué yo porque se incorporó con una mirada destinada encontrar al culpable y a cagarlo bien a trompadas. Cuando me encontró con mi expresión de carmelita descalza creo que le dio más bronca no poder pegarme, me dijo envenenado: - tenés que mirar flaca!. Se subió a la bici y se fue.
Más tarde, cuando terminó la reunión y salà a la calle, Dios me recompensó y puso frente a mi un negocio nuevo de zapatos de puro cuero donde me compré unas zapatillitas de punta de pato que querÃa hace mucho, y por la mitad de precio.
Otra de las ventajas de no tener ninguna formación religiosa.