Ponele que después de comer te quedó un restito de comida entre los dientes y tratás de destrabarlo con una uñita. Bueno, qué se yo, no es fino pero a mi también me resulta molesto tener algo atorado ahÃ.
Ponele que largaste una carcajada justo cuando tenÃas la boca llena. Bueno, si, es un asco ver tu bolo alimenticio, pero una caracajada espontánea bien lo vale.
Ponele que no sabés agarrar los cubiertos y los empuñás a mano cerrada como si tuvieras 4 años y movés todo el cuerpo para cortar. Bueno, te ves muy pelotudo y me da un poco de vergüenza ajena, pero cada uno maneja su espasticidad como puede.
Ahora bien, si después de morfar, te tirás para atrás porque estás pipón, te masajeás la panza y te pellizcás las tetillas, estirándolas con ese movimiento indescriptible entre brusco y controlado, casi como un acto reflejo; yo me levanto y me voy.
Y nada de explicaciones. Me levanto y me voy. Me vas a disculpar, pero con el pellizquito definitivamente no puedo.