Agarrate, Catalina!

Namber Nain Namber Nain Namber Nain...

jueves, 4 de agosto de 2005

 

Este mundo tan poco sensual

Sábado, Cañitas. bar top. Amigas y el pantalón que se llevó la mitad de mi aguinaldo. Rulos enfurecidos por alguna razón (ya no pregunto) pero muy probablemente relativa a la conjunción del 99.9 por ciento de humedad y alguna otra variable medida en hectopascales (tantos Hectores y tantos Pascales). Si, portaba cierta dosis de onda aunque, como se puede leer más abajo, vengo ligeramente vaciada de contenido y adelgazada de vehemencia. Ahora en los bares no se baila. La música a los tacos cohibe la conversación pero, todos respetuosos del duelo Callejero, nos quedamos quietecitos, acodados en las barras, los amigos, las mesas, las sillas, las pilas de abrigos que te sacas al entrar. Tomamos, miramos, tomamos, miramos. Los carteles de Salida de Emergencia señalan el lugar por donde entré. Es bueno saber que si tengo que rajar solo tengo que volver sobre mis pasos, pero más rápido. -¿Me están cargando? La salida de emergencia tiene que ser una salida diferente, una unidad por completo distinta, un camino -alternativo-, manga de forros, -¿O tengo que prender una bengala para que se den cuenta? Eso si, en el lugar ya no somos mil, somos solo 990 y no bailamos. Tomamos, miramos, tomamos, miramos. Después 3 horas de sostener esta dinámica y con los ojos todos picosos por el humo, me topo con la mirada del muchacho este, con gorrita, remera verde, sentado en la barra, a unos 10 metros.
- Opa.
Me tomó menos de 2 segundos entender que no había sido un contacto visual casual. El muchacho miraba fuerte y persistentemente. No giraba la cabeza, no movía el cuerpo. Me miraba a los ojos y ya. - Opa. Opa. -Me están fichando-. Opa, opa. Esquivo el embate con destreza ocular. La emoción de la noche. Finalmente una mirada diferente. Obvio que ahora que saqué mi mirada de su eje, tengo que encontrar la manera para volver a mirar... a ver si me sigue mirando. Aunque por el rabillo intuyo claramente que no ha movido la cabeza. Opa. Debe ser que estoy divina. Al final mi mamá tiene razón: los rulos -savage- me quedan requete bien. Vuelven mis ojitos hacia él. Ahí está, no saca la mirada. La saco yo. Vuelvo. Opa, hola otra vez. Este flaco es un guerrero. Miro a mis amigas a ver si se percatan de este ataque violento a mi resistencia visual. Nada che, no sé que miran. Yo puedo morir ojeada en ese momento y se van a enterar por Crónica.
- -¿Y ahora? No da seguir mirando el cartel de la barra, está bien que sea de lectura lenta, pero no me puede llevar más de 3 minutos decodificar: Gancia Batido, Destornillador, Daiquiri, 7. Red Bull con Vodka 10. Gaseosa, Cerveza, Agua 3. El flaco que atiende es medio marmota. -¿qué hablará con la piba esa? A mi nunca me salió eso de chamuyarme el barman para que me regale tragos. Uf. A ver...Mmmm. Pucha che, me mira fijo.
Me doy vuelta a ver si mira a alguien de atrás, no sería la primera vez que le hago caritas a uno mientras me traspasa con la mirada hasta llegar a la rubiecita de atrás (que por cierto, mide 1,50 y tiene el pelito lacio). Carajo, no hay nadie, me mira a mi. -¡Dios! Debe ser que nunca ha visto a nadie tan fea, un esperpento, un espantapájaros. Nunca debe haber visto una cabellera tan grande. -¿O será mi nariz? Me tanteo. -¿Se habrá hecho realidad mi pesadilla de sonarme y quedarme con un supermoco al aire en una ocasión social?-¡?-¡?). Menos mal, estoy limpia. Ah, ya sé, es un timidón. No sabe como acercarse. Me doy una vuelta al baño, a ver si nos cruzamos -casualmente- en el camino y empieza una bella amistad basada en una cautivación visual inusual, inédita, in-far-tan-te.
...
Nada che. Me como 20 minutos de cola en el baño parada con mis tacos aguja, 2 semi charlas con borrachines, un tropezón con ese escaloncito tan bien disimulado, y vuelvo y señor está ahí, con el culo atornillado en el banquito y mirándome, qué tupé. Le agradezco tanta fidelidad e insistencia con la miradita de ojos achinados, girando la cabecita y una sonrisa, una manganeta que me sale bárbara. No se inmuta. Lo único que me falta es tener que levantarme y acercarme yo a decirle algo, a contarle un chiste, a recitarle un verso. Paremos la moto, que yo pertenezco a la vieja escuela, por elección. Vení flaco, decime algo, a-l-g-o, aquí me pongo a cantar/ al compás de la vigüela/que verde que era mi prado/ -¿qué le dijo una ranita a Bob Marley? /-¿cuál es el colmo de un bombero? O lo que se te ocurra, pero hace punta que yo te sigo, le explico con un mirada lacerante. No pestañea. ...-¿Será ciego por todos los santos?
.
.
Ma que ciego, es un pelotudo.

- Chicas vamos, es tarde.
- Tenés los ojos hinchados Cati.
- Uf.

Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]





<< Página Principal

Archivos

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]