Ojo, no es que no me dá cuenta. Es precisamente porque me doy cuenta de lo absurdo y superficial del propósito que me someto a operaciones de distracción de todo tipo. Algunas son de corte pasatista como la siesta, las revistas, el mate, los paseos y las notas; y otras son de mayor envergadura como una carrera univesitaria. Pero al final o al principio, o en algún descuido intermedio es siempre lo mismo: esa avidez por desplegarme irremediablemente bella ante Los Mediocres, Los Viriles, y Los Ingratos.