Agarrate, Catalina!

Ayer compré un frasco de Capuccino instantáneo y de ser la sirvienta administrativa en una empresa de hombres - a la que le dejan las tazas sucias y si no las lava debe ser de muy comunista que es - pasé a ser la chica popular del día. Supe aprovechar la oportunidad y lancé la bomba de que iba a renovar mi compu. Así desaté una feroz lucha de geeks enardecidos: desplegaron sus colas, se pavonearon delante mío con páginas de venta online y se mostraron las uñas mutuamente - a ver quien tenía el disco más grande-.

Una reina. Una reina bastante gore: con el teléfono en una mano, mi taza de capuccino en la otra, tono de "es que de esto yo no entiendo nada" y mirada de "ahora quiero que le pases la lengua a tu compañerito por la oreja..."

Los resabios del banquete podrían ser peores. Tengo seis listas de requerimientos técnicos para mi nueva compu que no sé comparar y el frasco de Capuccino ya está por la mitad. Uno se calienta las medialunas que sobraron de ayer y no me ofrece ni una. Se perdió todo el respeto.

Y hay por lo menos 6 nuevas tazas sucias aparecidas misteriosamente en mi oficina que no se quien va a enjuagar.