Agarrate, Catalina!

Ya casi es hora de ponerse la ropa de recital y de rockear (¿?). Solo quiero dejar en claro que cuando me dijeron que venía Pearl Jam, pensé ¡qué bueno!, y que cuando me invitaron a verlos pensé ¡qué bueno!, y que cuando me llamaron desde el mismísimo puesto de ventas para confirmar que compraban mi entrada, dije que ¡bueno!, sin intuir siquiera que eso de que "los campos se agotan al día siguiente de salir a la venta, porque va a ir TODO EL MUNDO" era en realidad una artimaña para concretar el plan sin segundas consideraciones.
Quiero, también, dejar en claro que hasta hace unas semanas yo tenía la idea de que se trataba de música muy pertinente para dormir la siesta, y ahora resulta que era todo un engaño, una patraña. Está bien, me dejé llevar por un unplugged, pero nadie se encargó de avisarme que me esperaba una jornada de pogo full time. En fin.
Hoy mi papá me traía en el auto y empezó el juego que más le divierte: "te voy hacer escuchar algo, vos me decís qué te parece". Y obvio, me hice la superada, me gusta, ¿qué es? No, no me digas, Gotan Project.
No querida. Son todos los remasterizados de Piazzolla. Acaban de salir. En este canta Amelita Baltar.
Pucha. Y yo de verdad que pensé que era Adriana Varela.

No me costó concluir: tantos años al pedo, al final yo no tengo idea de nada. Nada de nada. Un carajo sé.

No sé nada. Nada de nada. No sé que cara ponerle a la gente que me cuenta sus cosas. Tengo la cabeza hecha un bollo. No sé como recibir a los nuevos. Ni cómo demonios despedir a los viejos, que se van. Todo bien con el devenir de la vida, el futuro, los cambios, los proyectos, los caminos. Pero bien en bolas que me quedo cuando se van.

No sé nada. Sí sé que llega esta hora, y todavía queda algo del día, y alguien espera algo de mi, y yo solamente tengo unas muy paquetas ganas de lloriquear, con puchero, carilina de emergencia en el cajón y todo.

Ah, la hora cobarde, "una hora de hastío cuando muere la tarde". Debe ser eso.