Agarrate, Catalina!

- apdeit:

Al final, Navidad la pasamos en mi casa, que funciona históricamente como terreno neutral. Parece que la relación entre mi abuela y la esposa de mi tío (la nuera, bah) está pasando por un momento ríspido. En otras palabras, andá a saber qué carajo hizo mi tía esta vez (porque no es mala, pero qué conventillera), la cuestión es que mi abuela se encabronó por vez número mil, la quiere agarrar del cogote y está con que si-es-en-la-casa-de-esa-yegua yo-no-le-piso,-no-le-piso. Y la verdad sea dicha, la otra no es Teté Coustarot, es más bien Vulgarcita, y no solo eso, sino que tiene calle; ¡oh, sí que la tiene!, y tiene la lengua larga, y mi abuela, una anciana criada en el campo y verdulera por años y madre de dos, justo se le fue a perder el único varón con una de estas que-ella-bien-las-conoce-la-muy-zorra.
Mi mamá dio un manotazo sobre la mesa y lanzó una mirada. Y ahí sí agarrate. Por que mi mamá odia que le arruinen las navidades con estas cosas, proporcionalmente a lo que disfruta de armar el árbol. Y parece una descripción muy naif, o muy naif por la descripción, pero si la polaca, entre moños dorados, te mira fijo con esos ojos del color del tiempo, ay ay ay, todos se callan la boca, mi abuela si-es-en-tu-casa-no-hay-problemas-hija y mi tía trae la ensalada rusa. Mi abuela diría: se-les-frunce-el-upite. ¿Y a quién no?

- En otro orden de cosas: en mi casa nunca hubo pesebre.