Agarrate, Catalina!

Hoy a la mañana atendí el teléfono y se me cruzó un pollo trasatlántico al hablar y me dio tanta vergüenza, tanta vergüenza que me subió *la calor* y no sabía si había sido lo suficientemente entruendoso del otro lado del tubo, pero era imposible que no lo haya notado entonces me quise disculpar, pero a la vez quise ser discreta con el cliente así que le dije: gggggggggg cómo no, ya le comunico, y perdón por la laringe.

Eso sin contar con que tuve un breve lapso de furia conmigo misma por mi tremenda inoperancia: - pero cómo puede ser, una cosa es que no sepas usar el power point, que se te borren mágicamente los mails del outlook, que insistas en borrar un archivo de un CD cuando lo que tenés es una *lectora*, pero hay que ser infeliz para no poder bajar ese volumen que te está taladrando el oído con la perillita de los parlantitos. Hay que ser una terrible infeliz para que no te responda la putísima perilla de ese parlantito de mierda. Y ya casi que estaba reventando la perilla a su mínimo absoluto y estrolando los parlantitos de la compu en la pared, cuando me di cuenta que tenía los auriculares puestos y que lo que escuchaba no venía de mi compu, sino de mi pen.