Agarrate, Catalina!

Namber Nain Namber Nain Namber Nain...

lunes, 24 de abril de 2006

 

La madre del borrego

Como te digo una cosa te digo la otra. Porque mi señora madre no es sòlo el incordio que me manda al video un domingo a la noche. No señor. También es una mujer muy sabia.

Resultó que la noche anterior yo había soñado una inmundicia de pesadilla, una tortura onírica feroz, algo espantoso espantoso... un sueño de mierda, mirà. Una aberración tal, que si se hubiese tratado de la peor humillación adolescente en manos de esa sicaria de La Maldad que a todos nos toca de compañera en la secundaria alguna vez, seguida de mi propia muerte, lenta y dolorosa a cargo de 29 yankis regordetes armados con escarbadientes, no me habría resultado tan angustiante.

Pasó lo típico: luego de soñarme tal cosa y de despertarme con todo el llanto hecho bola en el pecho, me agarró el pánico de que se me hubiera habilitado el tercer ojo y lo mío fuera, no un sueño ya, sino mi recién inaugurado don de la profecía.

Me lo aguantè como una reina, pero a la tarde no pude más. Entonces le cuento a mi madre que qué tupé el de los restos diurnos de apersonarse de tal forma, que qué mal dormí, que qué feo soñé, que pasaron horas y aún no se me va esa sensación vívida y el miedo a la tragedia inminente.

Madre - ¿Fue feo lo que soñaste?
Yo - Si
Madre - Es que ayer te quedaste dormida en el sillòn...
Yo - Si
Madre - Y yo te desperté para que te fueras a la cama...
Yo - Si
Madre - Y así dormida como estabas, antes de irte a la cama, te fuiste a la cocina y te mandaste tremendo plato de guiso...
Yo - ...si...
Madre - ... Ahí tenès.

Tomà mate.


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