Agarrate, Catalina!

Hoy a la mañana una vieja de mierda se quiso hacer la viva en la parada del 117. Amagó con que se iba de la fila, se arrepintió, y volvió para ubicarse unos cuantos lugares más adelante. Más precisamente adelante mío. Más precisamente delante mío y sobre mis empeines. Porque, como es de público conocimiento, tengo cara de papafrita. Obviamente hice un movimiento para salvarme de una fractura doble y la vieja *muy de mierda* tuvo el tupé de mirarme indignada y espetarme un "pero yo YA estaba en la fila". Bien, creo que respondí "es que tengo su bolsa entre mis piernas", porque, como es de público conocimiento, la papafritez tiene varios niveles: algunos se dejan empujar, y otros más talentosos después pedimos perdón por perder el equilibrio.


Hoy a la tarde fui al correo y saqué número. Faltaban 10 para que me atendieran. Me senté a esperar y una *señora mayor* se me acerca y me pregunta que número tengo:
- El 97.
- Bueno querida, te lo cambio por el 96 porque estoy esperando a alguien que todavía no llega.


Y así, el universo recobró su frágil equilibrio. Estamos a mano.