Una día nos vamos conocer por casualidad. Lo más probable es que me presente sonriendo y sin mediar más que una o dos frases de cortesía me pegue una carrerita simil Hércules Pitt y le atraviese un ojo con mi peinador de cejas. Siempre llevo uno en la cartera. Me gusta tener las cejas prolijas y las conchuditas tuertas.