Agarrate, Catalina!

Namber Nain Namber Nain Namber Nain...

jueves, 5 de julio de 2007

 

Lectura atrasada

Fueron un par de días fieros, mirá. De esos en los que una pavada (o no) te cae como una patada en la cabeza y lo demás sólo es infortunio y desdicha.
Así venía la mano, entonces cuando me subo al colectivo y me quiero olvidar de mi miserable vida por la hora entera de viaje que tengo por delante, agarro el libro y zácate, leo y leo y leo y hago para mí comentarios de expertísima crítica literaria, y me río, y entiendo perfectamente que estoy ante un libro que hará la diferencia, y me pregunto si elegí la mejor traducción, pero por sobre todo, leo, leo y leo, porque un segundito que me pierdo y ya me acuerdo que me quiero meter en un frasco de pepinitos en vinagre y no salir hasta las próximas pascuas.
Venía leyendo como una tromba ¿me siguen? y doy vuelta la página y el capítulo nuevo se llama literalmente y sin subrayados míos "El número 34".
Fue una señal clarísima. Como cuando te acomodás en el colectivo lleno a pura actitud y la vieja que venía dormida se levanta y te libera el asiento que te toca. O como cuando hacés una copia de una llave y la primera vez que la probás (con la puerta abierta) gira perfecto... Era clarísimo. Era una señal de buenaventura, era la soga que te cae en el cogote, o la desenredas y trepas, o dejás que te ahorque... (cualquiera). Bueh. ¡Qué ponele unos mangos al 34, nena! ¿O cómo querés que se te presente la fortuna? ¿Con un rompevientos estampado con la cara de Riverito?
Me salía de mi. Lo había entendido todo. Seguí leyendo y a la media hora me bajé en la parada de siempre. Caminé una cuadra. Entré a la casa de quiniela, que además es peluquería y salón de exposición de caricaturas (mi barrio tiene esas cosas) y pregunté derecho:
-¿Cuántas hay hoy a la noche?
- Cuatro
- Montevideo y..
- Córdoba
- No, bueno, hacemos nacional y provincia. El 34.
- ...
- ¿Qué pasa?
- Acaba de salir el 34 en la vespertina piba. Jugó hace media hora.

Y me debe haber visto la cara desfigurada de estupor, ira y desasosiego, porque me consoló como consuela un timbero a un par:

- Igual, a veces repite.

Le puse unos mangos a la cabeza y me fui.
Nunca fui de las que llegan a la clase con el texto del día ya leído. Algo de eso debe haber.

Comentarios: Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]





<< Página Principal

Archivos

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]